lunes, 25 de octubre de 2010

Noche nevada

Soñé que corría atravesando un bosque, siendo acariciada por los árboles.

En el sueño era de noche, una apacible noche clara con el cielo estrellado como techo de un escenario extremadamente idílico, demasiado perfecto.

Llegaba a un claro y paraba, estaba nevando y, sobre las hojas caídas, se extendía un ténue manto blanco.

Continuaba mi camino y llegaba al borde de un precipicio en lo alto de una colina.

Posando los pies desnudos en el suelo, descendía del que había sido mi medio de transporte

Sentado, él aullaba a la luna llena y, con los ojos cerrados, yo suspiraba mientras sentía la libertad mezclada con el viento que jugaba con mi pelo y con mis ropas

Ambos, con la cabeza alzada hacia las estrellas, sentíamos los copos de nieve derretirse al contacto con nuestros rostros y saboreamos el eucalipto que llenaba de esencia el aire de nuestro alrededor. 




Mi piel se erizaba, un escalofrío recorría todo mi cuerpo. A mi espalda, él se acurrucaba, invitándome a resguardarme entre sus patas. 
Así lo hice. 
Y cerraba los ojos, escuchando los latidos de mi compañero, mientras él dejaba que le acariciara el hocico suavemente con mis frías manos, igual de frías y pálidas como la nieve. 


Y cuando dormía en el sueño, oí la canción que me despertó de mi fantasía y me devolvió a la realidad, a las calles empapadas por la lluvia, a los sonidos de los coches y a la luz del día rompiendo el cielo en mil pedazos.












Besos de menta 
Cuando la realidad supera la ficción, pellízcate, seguramente estés soñando.

lunes, 18 de octubre de 2010

Es otoño

Veo desde la ventana caer la lluvia, oigo como repiquetea en los cristales, noto el olor a mojado en el asfalto y mi piel se eriza en un escalofrío al tomar un sorbo de cacao caliente.

Me encanta el otoño.

Me gusta despertarme por las mañanas y asomarme a la ventana: observar el cielo nublado, teñido de amarillo y azul, por el amanecer. Me gusta salir a la calle y sentir el frío en la cara mientras me acomodo el abrigo y el portal se cierra tras de mí. 

Puedo ver como los árboles que adornan mi ruta diaria cada vez tienen menos hojas, y como las calles se tiñen de gris y naranja. Siempre que llego a la facultad me paro unos minutos frente al pequeño "parque" que hay en frente. Las flores ya han desaparecido y  ahora el césped se ve inundado de hojas marrones, mientras el follaje de la fila de árboles se torna de un rojo...rojo otoño. Sí, porque el otoño tiene su propio color.



Cuando tengo un ratito libre, me gusta sentarme en los bancos y, aunque estén helados, me quedo largo rato mirando a mi alrededor y dejando a mi mente volar libre

Llueve. Llueve mucho, y me encanta. Es una lluvia intermitente, un día hace un sol radiante y, al día siguiente, llueve. Pero aun así, me gusta. Me gusta ver el cielo cubierto de un oscuro manto de nubes grises. Me gusta sentir esa pereza, que me llama a quedarme en casa, cubierta por una manta

Creo que mi rostro se ilumina cuando llueve, como el de alguien que se encuentra con el amor por primera vez. También creo que nací para el frío, por eso soy fría, por eso siempre me gustó la playa en invierno, y las tormentas en verano; por eso me encanta el helado de vainilla con chocolate caliente y que, por la noche, al irme para cama, sienta ese impulso irrefrenable de revolverme y hacerme un obillo con las mantas, hasta ser solo un revuelto de algo

Y por eso, hoy sonrío y mis ojos brillan con decisión, porque es otoño.












Besos de menta 
¿Escuchas el crujir de las hojas bajo tus pies?